Su administración injustificada ha provocado un notable aumento de las resistencias
El uso inadecuado de los antibióticos podría hacerles perder eficacia en cinco años
El uso inadecuado de los antibióticos o, lo que es lo mismo, su administración injustificada tanto en seres humanos como en animales ha provocado que en los últimos años se haya producido un aumento de resistencias a estos medicamentos.
Así lo ha detectado la Alianza Mundial contra la Resistencia a los Antibióticos (WAAR), que ha advertido que, “de continuar con la misma tendencia, se estima que en un plazo de aproximadamente cinco años podrían escasear la efectividad de estos medicamentos para el tratamiento de las infecciones”.
Prohibir el abuso
Como ha advertido la WAAR con motivo del ‘XVIII Simposio Internacional sobre infecciones en el paciente crítico’ celebrado en Sevilla –7-8 de febrero–, “los fracasos de los tratamientos son, a día de hoy, reales; se están viendo afectados un número creciente de infecciones adquiridas, caso de la pielonefritis o de la peritonitis”.
Además, la situación es especialmente preocupante en el ámbito de los trasplantes y otras terapias inmunosupresoras, en el que las resistencias conllevan un acotamiento de los tiempos de intervención para evitar infecciones que deriven en la muerte del paciente.
Por ello, y de cara a salvaguardar la eficacia de los antimicrobianos, se debe, entre otras medidas, prohibir el uso de antibióticos de amplio espectro sin un intento de diagnóstico previo de la causa de la infección; aumentar la vigilancia de la resistencia a los antibióticos; y realizar programas de educación y capacitación para profesionales de la salud y la población general –esto es, los pacientes– que incidan especialmente en la necesidad de no consumir estos medicamentos sin prescripción facultitativa y, en su caso, cumplir íntegramente con la duración de estos tratamientos.
Es especialmente importante cumplir el tratamiento completo, aunque se mejore antes. Si se interrumpe el tratamiento de forma prematura, se corre el riesgo de que la bacteria patógena vuelva a crecer y a multiplicarse, produciendo así una infección aún más grave.