La mayoría debidos al agravamiento de patologías previas en pacientes crónicos
Casi dos mil fallecimientos por calor extremo
El Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III cuantifica 95.904 defunciones desde el 1 de junio en España, de las que 1.834 se pueden atribuir a las elevadas temperaturas registradas a lo largo de las distintas olas de calor de este verano. Los datos reflejan que el peor día fue el pasado 12 de agosto, con 79 fallecimientos.
Los expertos apuntan que a partir de los 26,9ºC la curva de la mortalidad achacable al calor se dispara. La temperatura media este verano ha sido de 24,5º, aunque hasta el momento en agosto es de 26,2º y en julio fue de 25,3º. Estamos, pues, ante un verano anómalo que en estos días cierra su cuarta ola de calor.
Como señala Dominic Royé, jefe de Ciencia de Datos de la Fundación para la Investigación de Clima (FIC), y uno de los autores de la aplicación Mortalidad Atribuible en verano por Calor en España (MACE), los golpes de calor apenas representan entre el 2 y el 3% de las causas de muerte imputables a las elevadas temperaturas que, fundamentalmente, provocan el agravamiento de patologías previas en pacientes crónicos, como las cardiovasculares y las respiratorias.
El calor somete al cuerpo a un estrés térmico que se agrava de noche, de modo que el exceso de temperatura nocturno aumenta el riesgo de mortalidad, como refleja un estudio de 2021 sobre los ‘Efectos de las noches calurosas en la mortalidad en el sur de Europa’, del que este climatólogo es coautor.
Esta investigación concluye que la mortalidad diaria está asociada con temperaturas que superan los 20ºC durante la noche, independientemente de cuales sean las diurnas. Una situación que en la actualidad se agrava por el hecho de que el cambio climático está provocando el aumento de las temperaturas máximas, pero sobre todo y con consecuencias para la salud, de las mínimas.
En relación con esta cuestión, para Ana Teijeira, neurofisióloga de la Sociedad Española del Sueño (SES), la temperatura óptima para conciliar un sueño de calidad se sitúa entre los 18 y los 21ºC y se hace casi imposible a partir de 24ºC. La cuarta ola de calor que ahora se retira ha dejado mínimas sucesivas que han rozado los 30ºC en varias zonas de España.
Como recuerda la neurofisióloga, a corto plazo las consecuencias son conocidas, «cansancio, somnolencia, irritabilidad, problemas de concentración y de rendimiento laboral». Pero dormir poco y mal también causa estragos a largo plazo, y pasar tantos días e incluso semanas con estas mínimas nocturnas puede «provocar alteraciones hormonales, en el sistema inmune, en la tensión arterial, lo cual puede favorecer los eventos cardiovasculares y cerebrovasculares”.