En torno al 50% de los pacientes con apnea del sueño desarrollan hipertensión arterial. Una relación que, según ha advertido el Dr. Joaquín Durán, miembro de la Sociedad Española del Sueño (SES), en el marco de la XXI Reunión Anual de la SES celebrada en Burgos, “determina que los pacientes con este trastorno del sueño tengan mayor riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular, accidentes cerebrovasculares y un exceso de mortalidad”.
De hecho, la comunidad científica ha catalogado a la apnea del sueño como “la principal causa de hipertensión arterial secundaria”. No en vano, como ha recordado el Dr. Durán, “la apnea del sueño constituye un marcador de riesgo cardiovasular de primera línea”.
Accidentes y envejecimiento
Los pacientes con apnea del sueño presentan repetidas obstrucciones de la vía aérea superior durante el sueño. Y estas obstrucciones, originadas por una alteración anatómica y/o funcional, conllevan a una fragmentación del sueño y a una disminución de la oxigenación del organismo. El resultado, según ha indicado el Dr. Durán, “es que la apnea está relacionada con la producción de accidentes de tráfico, laborales y domésticos, así como con una reducción de la calidad de vida”.
Asimismo, los últimos estudios también han mostrado la capacidad de la apnea del sueño para alterar el funcionamiento normal de los ritmos circadianos en el organismo y, por tanto, su posible implicación, aún indirecta, en los mecanismos que facilitan el envejecimiento y la neurodegeneración.
Influencia genética
Por lo que respecta a su origen, “la apnea del sueño es poligénica, es decir, su expresión está condicionada por la influencia de muchos genes que actúan simultánea o secuencialmente. Por esta razón, seguimos trabajando para conocer los genes específicos que codifican proteínas sensibles que generen la apnea”, ha indicado el Dr. Durán.
En este contexto, las últimas evidencias, caso de las presentadas por el Dr. Allan Pack, especialista de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), constatan que la apnea del sueño tiene una clara influencia genética. No en vano, las personas que tienen un familiar en primer grado con apnea del sueño tienen el doble de riesgo de padecer la enfermedad.