La desinformación tiene un fuerte impacto sobre la planificación familiar
Las familias con un hijo con autismo no utilizan la consulta genética
Científicos de la U735 CIBERER (Centro de Investigación Biomédica en Red Enfermedades Raras) en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona han estudiado el acceso a los servicios genéticos y la percepción sobre el riesgo de recurrencia en los padres de niños con autismo en España. El estudio, publicado en la revista científica ‘Journal of Autism and Developmental Disorders’, muestra la escasa utilización de estos servicios, que tiene como consecuencia directa una idea equivocada del riesgo a tener otro hijo afectado.
Los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de desórdenes del neurodesarrollo que se caracterizan por deficiencias en la comunicación, la interacción social y el comportamiento. Se trata de trastornos complejos, con factores de riesgo tanto genéticos como ambientales. “Su elevada heterogeneidad genética puede generar dificultades a la hora de entender la transmisión hereditaria del autismo y el riesgo de recurrencia en la descendencia”, recuerda Clara Serra, profesional CIBERER en la U735. “En este contexto, el asesoramiento genético supone una herramienta muy útil para aquellas familias con un hijo afectado”.
Aunque la evaluación genética puede identificar el origen de entre el 15 y el 30% de los casos de TEA, los resultados del estudio revelan que tan sólo el 30% de las familias afectadas en España ha visitado un servicio genético y únicamente el 13% de los afectados se ha sometido a la prueba genética recomendada, el análisis cromosómico por microarray o CMA.
De acuerdo con los autores, el diagnóstico genético preciso es de gran importancia porque aporta datos reales sobre el riesgo de recurrencia en la descendencia y permite proporcionar a las familias asesoramiento de calidad. Además, un diagnóstico definitivo puede facilitar información sobre el pronóstico del trastorno y controlar y prevenir las afecciones médicas asociadas.
Ideas infundadas
“La desinformación de los padres tiene un fuerte impacto sobre la planificación familiar”, asegura Serra. “De hecho, la decisión de no tener más descendencia es muy frecuente en aquellos padres con un hijo afectado por TEA”. La mayoría de las familias estiman en un 50% el riesgo a tener otro hijo con autismo, cuando la realidad es que esta cifra depende de múltiples factores, entre ellos, la genética de cada caso.
Por otro lado, aquellas familias con una alteración genética identificable pierden la oportunidad de detectarla, y como consecuencia no se proponen las opciones reproductivas asociadas para minimizar su riesgo en futuros embarazos. “Dadas las posibles consecuencias de la poca utilización de los servicios genéticos debemos hacer un esfuerzo para determinar y eliminar las barreras que dificultan el acceso de las familias con TEA a este tipo de servicios”.
En España, el Sistema Nacional de Salud cubre las pruebas genéticas en los casos que las requieran. Sin embargo, la genética aún no está reconocida como especialidad médica en nuestro país, y los asesores genéticos tampoco son considerados profesionales de la salud. Además, las diferencias en la prestación de servicios por parte de las distintas administraciones regionales del SNS y la falta de criterios uniformes para la remisión de pacientes entre otros profesionales de la salud son también factores que obstaculizan el acceso a los servicios genéticos.
“Es responsabilidad de las autoridades de la salud y de la comunidad de genética asegurarse de que todas las familias con TEA puedan tener acceso a un servicio de genética clínica que les aporte información fidedigna y les ayude a entender el origen de la afección es la mejor opción a la hora de tomar decisiones relacionadas con la planificación familiar”, concluye Marta Codina-Solà, primera firmante del artículo.
Artículo de referencia. Marta Codina‑Sola, Luis A. Perez‑Jurado, Ivon Cuscó, Clara Serra‑Juhe. Provision of Genetic Services for Autism and its Impact on Spanish Families. Journal of Autism and Developmental Disorders, Julio 2017. DOI 10.1007/s10803-017-3203-4
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