Solicitan que los e-cigarrillos sean considerados productos farmacéuticos
Los neumólogos piden endurecer la regulación del cigarrillo electrónico
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) considera que la primeras medidas legislativas para regular el cigarrillo electrónico aprobadas por la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados –en las que el ‘e-cigarrillo’ no se equipara al tabaco, pudiendo consumirse en espacios públicos cerrados como bares y restaurantes– resultan “poco rigurosas” y obedecen al “desconocimiento real de los efectos de estos productos sobre la salud individual y colectiva”, por lo que solicita un endurecimiento de su regulación y que el cigarrillo electrónico pase a ser considerado un producto farmacéutico.
En palabras del doctor Segismundo Solano, coordinador del Área de Tabaquismo de la SEPAR, “el mercado de los e-cigarrillos está evolucionando y creciendo rápidamente. De hecho, los e-cigarrillos se están comercializando como ocurría con los cigarrillos convencionales en los años 50 y 60, cuyas consecuencias ahora lamentamos. Aún no conocemos como actúan los ingredientes del e-cigarrillo en el organismo y, en concreto, en las vías aéreas, por lo que creemos que la legislación debería ser más restrictiva y prudente”.
De hecho, y en opinión de la Sociedad, la regulación aprobada por la Comisión de Sanidad supone “un paso atrás en la normalización de la actual Ley del Tabaco”.
Fumadores pasivos de e-cigarrillos
El cigarrillo electrónico contiene diversas sustancias químicas que son vaporizadas y llegan directamente a los pulmones. Así, debe discernirse entre las sustancias que contiene el líquido del cigarrillo electrónico y las que se producen a consecuencia de su calentamiento y aparecen en el vapor. Sin embargo, “en ningún caso –recuerda la SEPAR– existe evidencia científica sobre sus efectos en la salud”.
Es más; como apunta el doctor Carlos Jiménez, director del programa de investigación de Tabaquismo de SEPAR, “sí sabemos que contienen metales pesados como plomo, cromo y níquel que son cancerígenos. Incluso se ha encontrado que la concentración de las partículas de níquel es superior a la que se detecta en el humo liberado por los cigarrillos convencionales. Estas partículas son de diámetro muy escaso y, en consecuencia, pueden alcanzar las vías aéreas de las personas expuestas al vapor de los cigarrillos electrónicos, convirtiéndolas en un nuevo tipo de fumador pasivo”.
Un paso atrás
Por ello, “permitir su uso en bares o espacios de ocio supone un retroceso en los avances realizados con la actual Ley del Tabaco, que impide fumar en estos lugares, y puede echar por tierra la importante labor de sensibilización y concienciación sobre los efectos nocivos”, denuncia la Sociedad, que a su vez alerta de la situación entre los jóvenes, “que están adoptando el uso cigarrillo electrónico con normalidad y rapidez sin conciencia de sus efectos”.
Tal es así que, como concluye el doctor Jiménez, “hubiéramos preferido que el cigarrillo electrónico se considerara un producto farmacéutico, pues de este modo y por un lado, estaría sujeto a rigurosos controles de calidad en su producción y distribución. Y por otro, facilitaría la investigación sobre sus efectos sobre la salud, así como su eficacia como dispositivos para dejar de fumar”.