En España conviven más de un millón de personas que padecen migraña crónica y más de cuatro millones con migrañas episódicas, en hasta un 80% de los casos mujeres. Sin embargo, solo un 60% de los pacientes ha sido diagnosticado, requiriendo para ello una espera superior a seis años. Y es que la falta de concienciación sobre esta patología, la tercera más prevalente del mundo y el trastorno neurológico más discapacitante entre los 16 y los 50 años de edad, conlleva, entre otras consecuencias, una falta de formación por los afectados que, además de una ruta asistencial compleja, deben afrontar numerosas dificultades en el acceso a los tratamientos innovadores y/o a las unidades especializadas.
Como explica Isabel Colomina, presidenta de la Asociación Española de Migraña y Cefalea (AEMICE), miembro de Somos Pacientes, “la banalización social es una de las principales trabas que se encuentran los pacientes. Estamos frente a una enfermedad neurológica discapacitante, pero cuando le dices a alguien que tienes migraña lo equipara a un simple dolor de cabeza”.
Sin embargo es mucho más que este simple dolor de cabeza: los pacientes sufren síntomas muy incapacitantes que pueden llegar a limitar su funcionalidad y afectar gravemente su calidad de vida, influyendo negativamente en ámbitos como el personal y el laboral. Y asimismo, el educativo, dado que en la mayoría de los casos debutan durante la juventud.
Múltiples comorbilidades
Es más; una mayor frecuencia de cefaleas conlleva un incremento del riesgo de múltiples comorbilidades, entre otros, los trastornos psicológicos y del sueño como la ansiedad, depresión e insomnio, las enfermedades cardiovasculares como la angina de pecho, la hipertensión arterial y el infarto de miocardio, los trastornos gastrointestinales, y los trastornos relacionados con procesos inflamatorios, caso del asma.
Ante esta realidad, resulta fundamental la detección temprana de la enfermedad para facilitar su control. Y para ello debe mejorarse la ruta asistencial del paciente, optimizándose la formación de los profesionales en su diagnóstico y tratamiento, y la comunicación entre la atención primaria y la hospitalaria, debiéndose atender los casos más complejos en unas unidades de cefaleas que resultan insuficientes.
El doctor Pablo Irimia, coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (GECSEN), advierte de que el acceso a estas unidades resulta “muy desigual en función del lugar de residencia de paciente, por lo que es fundamental un Plan Estratégico Nacional de la Migraña para conseguir una atención equitativa y de calidad”.
En este contexto cabe destacar que, gracias de la investigación, se han logrado identificar algunos de los factores claves en el desarrollo de la migraña, como el neuropéptido CGRP, cuyos niveles séricos se encuentran elevados cuando se produce una crisis. Unos avances que han posibilitado el desarrollo de tratamientos más específicos y, por tanto, más eficaces y mejor tolerados.
Como concluye Colomina, “la innovación terapéutica supone una esperanza para tener una vida mejor. Y es que la investigación es crucial para mejorar el diagnóstico y el tratamiento de esta patología, por lo que las autoridades sanitarias deben facilitar el acceso a la innovación”.
– A día de hoy, la Asociación Española de Migraña y Cefalea (AEMICE) y la Asociación Cefalea en Racimos Ayuda (ACRA) son ya miembros activos de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?