31 de mayo, Día Mundial Sin Tabaco
Tabaco: comprométete a dejarlo
Bajo el lema ‘Comprométete a dejarlo’, este lunes, 31 de mayo, se celebra el Día Mundial Sin Tabaco, una efeméride impulsada desde 1987 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de concienciar a la población sobre los riesgos para la salud que supone el tabaco e impulsar políticas eficaces para reducir su consumo.
En esta edición, la efeméride se centra en la importancia capital de la cesación del hábito tabáquico, así como en la necesidad de ofrecer a los fumadores herramientas para ayudarles a lograrlo. Y es que si bien el tabaco es responsable cada año de ocho millones de muertes, más de un 70% de los 1.300 millones de fumadores de todo el mundo siguen sin tener acceso a estas ayudas.
Como recuerda la OMS, “cuando este año se publicaron datos que indicaban que los fumadores tenían más probabilidades que los no fumadores de presentar un cuadro grave de COVID-19, millones de fumadores quisieron dejarlo. Pero dejar de fumar puede resultar difícil, más aún con el estrés social y económico añadido que ha traído la pandemia. Pero hay muchas razones para dejarlo”.
Más de 100 razones
La campaña ‘Comprométete a dejarlo’ –#CommitToQuit– del Día Mundial tiene por objetivo empoderar a 100 millones de usuarios de productos del tabaco para que al menos intenten dejarlo mediante la creación de redes de apoyo y el acceso a los servicios de ayuda para la cesación tabáquica con éxito contrastado.
La OMS destaca que “el dicho dicta que ‘los que abandonan nunca ganan’, pero en el caso del tabaco los que abandonan son los verdaderos ganadores. Y es que la nicotina es muy adictiva y crea dependencia. Y a ello se suma que las emociones y comportamientos ligados al uso del tabaco, caso del cigarrillo que acompaña al café o que se fuma en los momentos de estrés, hacen que dejar el hábito resulte aún más difícil. Pero con apoyo profesional los fumadores duplican sus probabilidades de éxito”.
En este sentido, la Organización enumera más de 100 razones para dejar de fumar, tanto por los beneficios, prácticamente inmediatos, asociados a la cesación, como por los efectos negativos y potencialmente letales asociados a su consumo.
Así, y por lo que respecta a los beneficios, cabe destacar que ya a los 20 minutos del abandono del consumo disminuye el ritmo cardiaco y se reduce la tensión arterial; que el nivel de monóxido de carbono en sangre disminuye hasta valores normales dentro de las 12 horas siguientes; que a las 2-12 semanas mejora la circulación sanguínea y aumenta la función pulmonar; que a los 1-9 meses disminuye la tos y la dificultad para respirar; y que transcurrido el primer año, el riesgo de cardiopatía es un 50% inferior al de un fumador.
Todo ello sin olvidar, por una parte, que el tabaco es responsable de más de 20 tipos de cáncer, de duplicar el riesgo de ictus y de cuadruplicar el riesgo de cardiopatía y, en general, de acortar en un mínimo de 10 años la esperanza de vida; y por otra, los beneficios para los fumadores pasivos, caso muy especialmente de los niños, en los que la exposición al humo conlleva un incremento del riesgo de desarrollo de enfermedades respiratorias y otitis, entre otras.
Es más; el tabaco tiene efectos negativos que no solo atañen directamente a la salud de los fumadores y de las personas que los rodean. Es el caso de las consecuencias sociales negativas –entre otras, disminución de la productividad y restricción de acceso/permanencia en muchos lugares públicos– y de los elevados costes económicos tanto a nivel individual como de la sociedad en su conjunto: fumar es caro y repercute muy negativamente en la economía de los fumadores; y el consumo de tabaco supone una carga para la economía mundial, hasta el punto de que se estima que los costes sanitarios para el tratamiento de las enfermedades causadas por el tabaco y la pérdida de capital humano por las afecciones y las muertes atribuibles al tabaco ascienden a 1,4 billones de dólares estadounidenses.
Tampoco cigarrillos electrónicos
Además, el tabaco puede resultar mortal en todas sus formas –cigarrillos, pipas, pipas de agua, tabaco de mascar, etc.–, y tampoco se ha demostrado que los productos de tabaco calentados sean menos perjudiciales que los cigarrillos convencionales.
Como concluye la OMS, “los cigarrillos electrónicos son perjudiciales para la salud y no son seguros. De hecho aumentan el riesgo de padecer cardiopatías y afecciones pulmonares. Además, los niños y adolescentes que usan cigarrillos electrónicos tienen al menos el doble de posibilidades de fumar cigarrillos normales más adelante; y la nicotina de los cigarrillos electrónicos es una droga muy adictiva y puede dañar el cerebro en desarrollo de los niños”.
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