Semana Mundial de la Inmunización
Vacunas que salvan vidas para todos, en todo lugar
En 2015, los dirigentes mundiales acordaron un nuevo plan de desarrollo plasmado en un conjunto de objetivos de desarrollo sostenible (ODS), unos objetivos cuyo logro no podrá alcanzarse si no se amplía el acceso a la inmunización. La vacunación no solo puede contribuir a evitar el sufrimiento y las muertes que causan enfermedades infecciosas como las neumonías, las enfermedades diarreicas, la tos ferina, el sarampión y la poliomielitis, sino que también ayuda a lograr prioridades nacionales como la educación y el desarrollo económico.
El valor excepcional de las vacunas fue la principal baza del Decenio de las Vacunas, una iniciativa presentada en el Foro Económico Mundial en 2010 y promovida por varios grupos de interés con el fin de ofrecer, en 2020, todos los beneficios de la vacunación a todas las personas que la necesiten. Los gobiernos acogieron con agrado la iniciativa y 194 Estados Miembros refrendaron el Plan de acción mundial sobre vacunas (GVAP) en la 65.ª Asamblea Mundial de la Salud. El objetivo de este ambicioso plan es garantizar que todos los individuos en todos los lugares puedan disfrutar de una vida libre de enfermedades prevenibles mediante la vacunación.
Desde entonces, el Grupo Asesor Estratégico de Expertos (SAGE) sobre inmunización de la OMS ha publicado informes anuales sobre los progresos realizados. En el informe a mitad de periodo del Plan de acción mundial publicado en 2016 se hace un análisis riguroso de los avances y los problemas persistentes y se señala que, a pesar de que los esfuerzos realizados en todo el mundo por ampliar la vacunación han dado algunos resultados alentadores, el panorama general es preocupante.
En cuanto a los resultados alentadores anteriormente mencionados, cabe señalar que nunca se había inmunizado a tantos niños en el mundo y que no hay precedentes de una cobertura de la inmunización sistemática tan alta, según indican las estadísticas sobre inmunización con tres dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (vacuna DTP). La erradicación de la poliomielitis está cada vez más cerca. Desde 2010, 99 países de ingresos medianos y bajos han introducido una o más vacunas nuevas o infrautilizadas, como las vacunas antineumocócicas y antirrotavíricas, hasta superar el objetivo del Plan de acción mundial para 2015. En las Américas se ha eliminado la circulación de virus autóctonos del sarampión y la rubéola, y en Asia Sudoriental se ha eliminado el tétanos materno y neonatal.
La investigación y el desarrollo en el campo de las vacunas han avanzado considerablemente. Varios países han autorizado el uso de una nueva vacuna contra el dengue, y tres países africanos probarán en 2018 la primera vacuna que protege a los niños contra el paludismo. Además, en los dos últimos años ha aumentado el número de vacunas en desarrollo clínico.
En el informe a mitad de periodo del Plan de acción mundial también se observan tendencias nacionales y regionales relativas a la cobertura de la inmunización que abren la puerta a la esperanza. Por ejemplo, el aumento significativo de la cobertura de la tercera dosis de la vacuna DTP que se ha registrado en 16 países desde 2010 confirma que el liderazgo nacional sólido, la asignación adecuada de inversiones y los mecanismos de responsabilidad eficaces pueden ser herramientas útiles para avanzar en esta esfera.
Sin embargo, todavía quedan problemas importantes por resolver. No se están cumpliendo los plazos de eliminación de enfermedades como el sarampión, la rubéola y el tétanos materno y neonatal fijados en el Plan de acción mundial. Aunque ahora se está administrando la tercera dosis de la vacuna DTP a más bebes que en épocas anteriores, la cobertura global de estas vacunas, que son vitales, ha aumentado solamente un 1% desde 2010. Debido a la lentitud de estos avances, hay un retraso significativo en uno de los objetivos más importantes del Plan de acción mundial.
Es cierto que en los últimos 10 años se han reducido las desigualdades en la aplicación de los programas de vacunación y que se ha ampliado la cobertura para la población más pobre y con menos formación, hay deficiencias que todavía no se han solventado. De los 112 Estados Miembros que disponen de datos fiables a nivel distrital, solo 52 han superado el objetivo del 80% de cobertura en los distritos. Es fundamental conceder la máxima prioridad a ampliar la cobertura de la inmunización, que se debe ofrecer a toda la población de forma equitativa. Por último, el aumento del apoyo financiero y la mayor voluntad de los donantes y los países, que son indicativos del mayor compromiso mundial con la inmunización, no bastan para alcanzar los objetivos del Plan de acción mundial.
En casi todos los países, el acceso a las vacunas es limitado para algunos grupos poblacionales, entre ellos las personas que se encuentran en situación de pobreza, los habitantes de zonas rurales remotas, los sectores urbanos pobres y la población desplazada o nómada. Este problema se ve agravado por la falta de datos a nivel nacional y local, lo cual dificulta más si cabe la detección de las deficiencias e impide conocer su causa y, por tanto, adoptar medidas correctivas. Varios países han informado también de que los altos precios complican la introducción de las vacunas en sus programas nacionales.
Muchos centros de salud continúan sin tener recursos suficientes para colaborar con las comunidades y ofrecerles los servicios integrales de salud pública que necesitan. La incapacidad para incorporar mecanismos de prestación de servicios es un inconveniente que coarta los esfuerzos de los trabajadores sanitarios por ampliar la cobertura y aplicar otras intervenciones esenciales para mejorar la salud de la población. Los conflictos armados y las emergencias de salud pública, como los brotes de las enfermedades por los virus del Ebola y del Zika, así como los brotes de enfermedades que podrían prevenirse mediante la vacunación, como el sarampión, la fiebre amarilla y el cólera, han ejercido una enorme presión en los sistemas de salud, ya de por sí frágiles.
Por último, la inadecuación de la inversión interna y la continua dependencia de los donantes característica de muchos países de ingresos medianos y bajos plantean dudas sobre la sostenibilidad a escala mundial y a largo plazo de los programas de vacunación, sobre todo teniendo en cuenta la reducción progresiva de la financiación del programa contra la poliomielitis y el obligado proceso de adaptación de los países a la pérdida de las ayudas que reciben de la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización.
¿Qué debemos hacer a partir de ahora? En primer lugar, la comunidad sanitaria mundial ha de continuar trabajando para administrar a todos los niños todas las vacunas recomendadas por la OMS, adoptando todas las medidas a su alcance para proporcionar una vacunación completa a los 19 millones de niños que todavía no están protegidos por completo contra las principales enfermedades prevenibles mediante vacunación. Además, se deberían intensificar los esfuerzos por fortalecer los sistemas de inmunización sistemática, a fin de que la oferta satisfaga la demanda.
La vacunación sistemática es uno de los elementos esenciales de la atención primaria y la cobertura sanitaria universal, permite intervenir en la primera etapa de la vida y es vital para que los niños gocen de buena desde el principio. La vacunación es la piedra angular de la seguridad sanitaria mundial en un mundo interconectado donde las enfermedades no respetan las fronteras nacionales. Además, las vacunas son la primera línea de defensa contra la resistencia a los antimicrobianos. En un estudio realizado en 2016 se demostró que cada dólar gastado en la vacunación infantil reporta un ahorro global de US$ 44 en el futuro; por tanto, puede afirmarse que la vacunación es una de las intervenciones de salud más costoeficaces.
Además de las dificultades de aplicación, todavía nos enfrentamos a enormes retos en materia de investigación. No disponemos de vacunas para prevenir muchas enfermedades infecciosas graves que generan una elevada carga de morbimortalidad, y algunas vacunas disponibles no son plenamente eficaces. Para solventar este problema será fundamental que el mercado de las vacunas estimule la inversión en investigación y potencie la capacidad en esta esfera en los países de ingresos medianos y bajos.
La comunidad sanitaria mundial debe trabajar conjuntamente para seguir avanzando. Aunque los gobiernos sean los principales responsables de las campañas de inmunización, el éxito del Plan de acción mundial depende de muchos otros interesados: las familias, las comunidades, los profesionales sanitarios, la sociedad civil, los asociados para el desarrollo, los organismos internacionales, los fabricantes, los medios de comunicación y el sector privado.
Es fundamental que los gobiernos asuman una función de liderazgo y gestionen correctamente los programas nacionales de inmunización. Para ello, deben fijar algunas prioridades, como reforzar los sistemas, obtener las inversiones necesarias y mejorar la calidad y el uso de los datos y la capacidad de vigilancia. Las organizaciones que ejecutan los programas de vacunación, las entidades asociadas en la esfera de la investigación y desarrollo y los organismos internacionales pueden contribuir a mejorar la rendición de cuentas del Plan de acción mundial, a superar los obstáculos que dificultan la rápida entrega de vacunas en situaciones de crisis humanitaria y a apoyar la investigación y el desarrollo en el campo de las vacunas en los países de ingresos medianos y bajos.
La aplicación del Plan de acción mundial y el logro de sus objetivos son prioridades básicas y urgentes que ayudarán a mejorar la salud y el bienestar de las personas en todo el mundo. Asimismo, contribuirán a alcanzar los ODS y, en definitiva, a vivir en un mundo en el que nadie, ni los niños y adolescentes ni los adultos, quedará desatendido. En 2017, instamos a los países y a los organismos en que trabajamos a esforzarse para lograrlo.
Firman este artículo:
- Dra. Margaret Chan, directora general de la OMS
- Chris Elias, presidente del Programa Mundial de Desarrollo Global de la Fundación Bill y Melinda Gates,
- Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos de América,
- Anthony Lake, director ejecutivo del UNICEF,
- Seth Berkley, director ejecutivo de la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización