La cardiopatía isquémica es un término en el que se agrupan distintas enfermedades cardiacas (cardiopatías) caracterizadas por un aporte insuficiente de oxígeno al músculo cardiaco (miocardio) debido a una disminución del riego sanguíneo (isquemia) que lo nutre. La causa suele ser una obstrucción de las arterias coronarias, generalmente por el depósito de colesterol y otros lípidos (placa de ateroma) en las paredes de los vasos.

La cardiopatía isquémica puede dar lugar a cuatro situaciones clínicas: angina de pecho (se produce una disminución del flujo sanguíneo que llega al miocardio; el paciente experimenta dolor torácico); infarto agudo de miocardio (el flujo se interrumpe totalmente, y las células del miocardio mueren; el paciente experimenta dolor de pecho, náuseas, vómitos, sudoración profusa y dificultad para respirar); cardiopatía isquémica crónica (las zonas del miocardio que no mueren tras un infarto se agrandan para suplir a las muertas; el corazón requiere entonces más oxígeno, que no llega porque las arterias siguen obstruidas, y el paciente acaba requiriendo un trasplante de corazón), y muerte súbita (como consecuencia de la falta de irrigación se produce un paro cardiaco y el paciente fallece de forma repentina).

La cardiopatía isquémica es la primera causa de mortalidad en los países desarrollados.