Entrevista con la autora de El peligro de estar cuerda
Rosa Montero: «La normalidad no existe»
Confiesa Rosa Montero (Madrid, 1951) que piensa, siente, habla y escribe desde la pasión. Y con la búsqueda de la claridad como motor esencial de su existencia. Desde esos parámetros y con la intensidad propia de cada una de sus obras publica El peligro de estar cuerda – que toma su título de un poema de la norteamericana Emily Dickinson- un libro entre el ensayo y la ficción que abre con la confesión de que “siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza”.
A partir de esa declaración indaga sobre los vínculos entre la creatividad, la genialidad y los trastornos mentales a través de un texto que, como señala a lo largo de la conversación, “me ha permitido sentir que he escrito el libro de mi vida y confirmar que la normalidad no existe”.
Partiendo de su experiencia personal y de la lectura de numerosos libros de psicología, neurociencia, literatura y memorias de grandes autores de distintas disciplinas creativas, la autora ofrece un estudio apasionante sobre los vínculos entre la creatividad y la inestabilidad mental. Y lo hace compartiendo numerosas curiosidades desconcertantes sobre cómo funciona nuestro cerebro al crear, desmenuzando todos los aspectos que influyen en la creatividad y montándolos mientras escribe, como un detective dispuesto a resolver las piezas dispersas de una investigación.
Ya desde las primeras páginas de su libro Rosa Montero muestra sus cartas y deja escrito: “Todos guardamos en el fondo de nuestro corazón alguna divergencia. Todos somos “rarunos”. Yo incluso diría que ser un poco más raro de lo habitual tampoco es infrecuente. De hecho, ocurre a menudo entre los creadores, entre los artistas de todo pelo, sean buenos o malos. De eso precisamente va este libro. De si la creación tiene algo que ver con la alucinación. O de si ser artista te hace más proclive al desequilibrio mental, como se ha sospechado desde el principio de los tiempos: ‘Ningún genio fue grande sin un toque de locura’, decía Séneca”.
Afirma usted que estamos ante el libro de su vida, ¿por qué?
Tengo la sensación de que es el libro de mi vida por varias razones. En primer lugar porque contesta a dos cuestiones que me han torturado y encandilado a lo largo de toda mi vida. Una es intentar contestarme a por qué tengo esa cabeza paralela pues, como confieso al principio del texto, siempre supe que había algo que no funcionaba bien dentro de mi cabeza. He tenido ataques de pánico y te preguntas por qué te pasa eso. Por otra lado te preguntas de donde surge esa vertiente chisporroteante de imaginación y de fantasía. Como la mayoría de los novelistas escribo desde la infancia y te preguntas de donde surge ese deseo. Toda la vida he estado devanando la madeja de esas dos cuestiones hasta que hace cuatro años supe que iba a hacer un libro sobre estas cuestiones y empecé a tomar notas concretas y a leer y releer muchísimos libros con el objetivo de llevarlo a cabo. Tengo tres cuadernos grandes repletos de los temas que quería tocar y no son menos de setenta. En un momento determinado pensé que no iba a ser capaz de escribirlo porque no me sentía capaz de moverme en tal bosque de datos, cuestiones, temas, etc. hasta que decidí dejarme llevar por la música que podía anidar en el libro y al hacerlo encontré un camino para llegar a conclusiones que me han respondido de manera suficiente a las dos cuestiones que me han asediado toda mi vida. Por eso lo siento como el libro de mi vida. Además también me ha permitido reflexionar sobre los límites entre lo que llamamos realidad, imaginación o delirio, y al hacerlo te estás planteando el sentido de la vida y el lugar de la muerte y cómo poder sobrellevar la muerte. Detrás de muchos de los trastornos psíquicos está el miedo a la muerte. En consecuencia, este libro además de ser un texto sobre creación y locura también lo es sobre el sentido de la vida y como aceptar la oscuridad de la muerte.
¿ Esos son los temas que gravitan sobre el conjunto de su obra?
Efectivamente. Toda mi literatura está atravesada por esos temas pues soy una escritora especialmente existencialista. En ese registro creo que he dado un pasito más para entender y aceptar la muerte. Por otro lado no tengo la sensación de haberme desnudado a través de este texto, pues no es un libro testimonial. He intentado entender estos temas a través de las citas y el pensamiento de expertos, de biografías de otros autores y del autoanálisis. Tengo la sensación de haber sido mi propio escarabajo. Un objeto de estudio. Como si fueras el entomólogo que disecciona. Cuando hablo de los problemas mentales que he tenido o de mi propia creatividad, estoy intentando hablar de los problemas mentales de todos y de cómo funciona la creatividad en nosotros.
También se refiere a cerebro y maduración…
En torno a un quince por ciento de los seres humanos tenemos una cabeza que neurológicamente no ha terminado de madurar y que está llena de fantasías. Y eso no sólo es cuestión de personas creadoras, pues estoy convencida de que, por ejemplo, una gran mayoría de los lectores apasionados son gente que comparte este tipo de cabeza. Por eso creo que muchas personas se van a sentir identificadas con este libro. De todos los que he escrito, éste es el libro con más ritmo interno y ese ritmo es el de la vida.
Habla de buen número de ilustres creadores afectados por trastornos mentales. ¿Los ha entendido al profundizar en sus vidas?
Más que entenderlos para explicarlos he intentado vivirme dentro de ellos. Soy periodista y escritora porque me gusta muchísimo la gente y la novela y la escritura constituyen un viaje hacia los otros. Como periodista al realizar entrevistas he intentado meterme por un rato en la cabeza del entrevistado, del personaje, y comprobar cómo se ve el mundo desde ahí. No busco entender porque una no se entiende ni a una misma, pero sí vivir en ese lugar del mundo que cada cual integra. Como he apuntado en el libro hay dos verdades que creo que son irrefutables: todos somos iguales y, al tiempo, todos somos diferentes. Es fascinante esa cosa poliédrica que somos. Me interesa viajar al otro y sentirte ahí.
¿Qué personaje le han impacto más de todos los que trata en su libro?
Me ha maravillado la escritora neozelandesa Janet Frame. Una persona que ha tenido una vida tan difícil, que lo ha tenido todo para sentirse destrozada. Baste decir que recibió más de doscientos electrochoques, en la época en que se administraban sin sedación. Una persona que vivió en la pobreza y que estuvo ocho años encerrada en un psiquiátrico de aquellos. Una persona con un padre maltratador, dos hermanas que parece que se suicidaron… todo terrible y sin embargo demostró una capacidad conmovedora para seguir viviendo y creando y para al final declarar que había tenido, gracias a la creación, una vida estupenda. Janet Frame, de una generosidad deslumbrante, es una iluminadora de mundos. También tengo que citar, pues la considero mi maestra y amiga, a Ursula K. Leguin.
¿Qué ideas le gustaría que se quedasen en la cabeza del lector de El peligro de estar cuerda?
Fundamentalmente que la rareza es lo normal. Lo que verdaderamente es raro es ser normal porque la normalidad no existe. Un estudio muy concienzudo de la Universidad de Yale concluye afirmando que la normalidad no es más que una construcción estadística. No hay nadie que sea normal y eso supone una reivindicación de la diferencia de cada cual. Se trata de encontrar en esas diferencias la armonía de la vida. Asumiendo esa rareza podemos llegar al fondo de lo que somos. Me siento un pececito del enorme cardumen de la humanidad. A través de las rarezas individuales conectamos con el resto de los peces y buscamos la armonía.
¿Escribirlo ha tenido un efecto sanador? ¿Emerge una Rosa Montero nueva?
Escribir nos une. Tiene un efecto sanador. Dicho esto, nunca eres nueva de todo. Siempre eres tú, pero evolucionando. Sigues teniendo las oscuridades y las dudas y las angustias, pero he visto y me he respondido a cosas que no conocía. En ese sentido he visto una manera de vivir mejor y, fundamentalmente, una manera de morir mejor y comprendido por qué tengo la cabeza como la tengo y cómo se articula la creación en todo ese barullo.
¿Ha sentido dolor en el proceso de escribirlo?
Algunas cosas me han dolido y otras no porque el texto es una celebración de la creatividad y cómo la creatividad nos salva. No a todo el mundo porque hay gente que vive en la frontera, como Sylvia Plath, pero a la inmensa mayoría nos salva ya sea porque la ejercemos o porque la disfrutamos y la usamos. Yo como lectora, o como amante de la música o la pintura, en la búsqueda de la belleza estoy buscando la luz en las tinieblas. El intento de orden que supone todo acto creativo, el ordenar o dar un sentido el caos nos salva a todos. En este punto el libro es una reivindicación de la capacidad para salvarnos que tiene la creatividad.
¿Uno de sus objetivos ha sido hablar de salud mental de un modo menos encorsetado?
Eso es interesante pues creo que estamos en un momento esperanzador. No se debe hablar de locos, porque el trastorno mental no te define por entero, como el cáncer ni ninguna enfermedad tampoco. Con la pandemia se está hablando más de la salud mental porque estamos pagando el precio de que ha empeorado. Pero hablo de esperanza porque por primera vez se está hablando de la salud mental de una forma mucho más natural. En ese sentido estamos atravesando una frontera sin retorno y de liberación importantísima. He luchado desde hace cuarenta años en el intento de normalizar el tema de la salud mental. Y ahora estamos pudiendo hacerlo colectivamente no sólo en España, sino a nivel mundial y eso supone un enorme logro. Lo que llamamos locura, y así lo digo en el libro, supone una soledad tan atronadora que si no has estado ahí, no se puede comprender a qué soledad nos referimos. Si a esa soledad bestial le añades el ostracismo social con el que se ha estado castigando a los enfermos mentales los abocas al infierno. Mientras que si unes a la gente en un discurso común se posibilita una vida hábil y positiva para las personas con ese tipo de enfermedades y trastornos.
– A día de hoy, 331 asociaciones de pacientes dedicadas a los trastornos mentales ya son miembros activos de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?