Una buena higiene del sueño ayuda a prevenirlos
Casi un 20% de los mayores de 65 años padece trastornos del sueño
Una de cada cinco personas por encima de los 65 años padece alteraciones del sueño. El sueño patológico puede estar asociado a numerosas enfermedades neurológicas como la depresión o el Parkinson, a alteraciones endocrinas como la diabetes mellitus y la obesidad y a cardiovasculares, como la hipertensión arterial y el infarto. Además, quienes sufren patologías relacionadas con el sueño, como el síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS), están involucrados en casi el doble de accidentes laborales que los trabajadores que no lo padecen.
Así se ha puesto de manifiesto con motivo del V Taller de Trastornos del Sueño, organizado por la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica, a través del que se busca formar a profesionales en las nuevas prácticas destinadas a aliviar estos trastornos e intentar evitar las enfermedades relacionadas con el desorden del sueño.
Para La Dra. Cristina López Riolobos, neumóloga del Hospital Universitario del Tajo y experta en medicina del sueño: “Tenemos la responsabilidad de velar por la salud de nuestras poblaciones y saber encajar y regular estos cambios para evitar problemas de salud. Hoy en día, los trastornos del sueño están cada vez más presentes en nuestra sociedad. Vivimos un cambio continuo de rutinas marcado por las nuevas tecnologías, los modelos sociales impuestos, horarios laborales de 24 horas y el desarrollo de viajes de largo recorrido, lo que afecta a nuestra forma de dormir”.
Según se ha expuesto a lo largo del Taller, el diagnóstico de los trastornos tiende a simplificarse con métodos cada vez más innovadores, sencillos e integrales, lo que permite detectar y tratar de forma más precoz y dirigida estas enfermedades.
Según ha explicado Ana Candel Pizarro, enfermera de la Unidad del Sueño del Hospital 12 de Octubre de Madrid, “existen diferentes tratamientos dependiendo del trastorno existente, aunque en primer lugar se ha de descartar enfermedades subyacentes causantes de los síntomas. En el caso del insomnio, deberemos mejorar la higiene de sueño, reducir o eliminar aquellas actividades que puedan entorpecerlo (como llevar a cabo una actividad física fuerte antes de ir a dormir o el uso del móvil en la cama) e intentar evitar el miedo a irnos a dormir porque en noches anteriores tuvimos problemas para conciliar el sueño”.
Respecto a las medidas para los pacientes con narcolepsia Candel detalla que “es muy importante llevar un horario de sueño regular y evitar el alcohol y los fármacos depresores del sistema nervioso central.
Trastorno del ritmo circadiano
Los ritmos biológicos se desarrollan de forma cíclica, regulando las funciones fisiológicas para que se repitan cada 24 horas. El ritmo circadiano de sueño se regula de la misma forma, sincronizado sobre todo en relación con la luz y la oscuridad (día/noche). Cuando estos sincronizadores externos e internos integrados perfectamente entre sí se desequilibran se produce el trastorno de sueño.
Para evitarlo los especialistas proponen re-sincronizar el ritmo biológico para lo que hay que poner en orden los reguladores alterados. Lo más importante es hacer los horarios lo más regulares posibles, ir a dormir a la misma hora y que se ajuste con los horarios de luz y oscuridad; fijar horarios de comidas; evitar exposición lumínica con ordenadores, móviles, LEDS potentes antes de dormir y hacer ejercicio regular durante el día pero no a última hora.
Por una buena higiene del sueño
Con el objetivo de facilitar un sueño correcto, los especialistas proponen el mantenimiento de los siguientes hábitos:
Levantarse y acostarse siempre a la misma hora, lo ideal sería que también los fines de semana y vacaciones.
Mantener condiciones ambientales adecuadas para dormir (temperatura, ventilación, ruidos, luz)
No realizar actividades físicas vigorosas antes de acostarse.
No realizar actividades estresantes antes de acostarse.
Practicar ejercicios de relajación antes de ir a la cama o darse un baño caliente.
Evitar siestas durante el día.
No utilizar la cama para leer, ver TV, jugar con el ordenador, escuchar la radio…
Evitar cenas copiosas y dejar dos horas entre la cena y la hora de irse a la cama.
Limitar consumo alcohol, cafeína y tabaco, sobre todo a últimas horas del día.
Evitar la exposición a luces brillantes antes de irse a dormir: luz ambiental fuerte, móvil, TV, tablet…
Realizar alguna actividad física a lo largo del día.