OBESIDAD INFANTIL

Un estudio desarrollado por investigadoras del Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Barcelona, y publicado por la revista Appetite asegura que la combinación de acostarse tarde y la exposición a pantallas antes de dormir se asocia con la obesidad infantil y con malos hábitos alimenticios. Se ha basado en datos reflejados en otro informe publicado por el mismo equipo en 2022, que evaluó el impacto de los horarios de sueño en la alimentación, la actividad física y el bienestar.

Liderado por Mª Fernanda Zerón-Rugerio y María Izquierdo, y financiado por Laboratorios Ordesa, el documento profundiza en la relación entre la obesidad y hábitos que repercuten en una peor calidad del sueño. Para ello se han analizado los hábitos de más de 1.000 niños y niñas de entre 2 y 12 años, residentes en España: aquellos que iban a dormir más tarde y que pasaban más de 30 minutos frente a una pantalla antes de acostarse tenían un mayor vínculo con esos hábitos alimenticios perniciosos y con el sobrepeso.

En concreto, esta combinación afecta negativamente a la cantidad y calidad del sueño y a los horarios de las comidas, repercutiendo a su vez en menores relaciones sociales, menor actividad física y peores resultados en cuanto a la calidad de vida relacionada con la salud.

Por qué comemos más

Según el documento y de acuerdo con la evidencia existente, uno de los posibles mecanismos que explicarían la relación entre el sobrepeso y el retraso en la hora de dormir es el aumento en la probabilidad de ingerir alimentos en ese tiempo que los niños permanecen despiertos.

Por otra parte, el informe también vincula esa falta de sueño con una mayor sensibilidad a los estímulos de la comida. Es decir, cuando no dormimos lo suficiente solemos escoger alimentos más apetecibles, ricos en grasas o azúcares, que son poco saludables para compensar con esa sensación placentera el cansancio y el malestar que sentimos cuando no descansamos.

En el caso de la exposición a pantallas, según Izquierdo repercute en una mayor ingesta de alimentos. «Cuando nuestra atención está centrada en lo que estamos viendo, tendemos a comer más, ya que no nos damos cuenta de la cantidad que estamos ingiriendo. Esta exposición potencia la conducta de comer sin tener en cuenta las necesidades fisiológicas”, asegura.

Al mismo tiempo, ver la televisión o dispositivos electrónicos justo antes de dormir interfiere en la producción de melatonina, la hormona que regula los ciclos del sueño. «En esto también puede ser clave el contenido visionado en la pantalla, aunque esto no lo hemos podido abordar en este estudio, donde sólo teníamos el dato del tiempo de exposición, pero sería interesante analizarlo en próximas investigaciones», comentan las responsables del estudio.

En su opinión, es importante promover hábitos más saludables en cuanto a la alimentación y a la higiene del sueño, y limitar el tiempo frente a las pantallas antes de acostarse como parte de las estrategias de prevención de la obesidad y de otras patologías asociadas, como la diabetes. Tanto en los niños como en los adultos, ya que muchos de los trabajos de investigación realizados en este campo demuestran ese vínculo entre obesidad, exposición a pantallas y falta de sueño también impacta negativamente sobre la población mayor de 18 años.